Cada vez más gente es consciente de la importancia de realizar gimnasia. Los gimnasios en Sevilla, al igual que en el resto del país, se han visto perjudicados en mayor o menor medida por las restricciones sanitarias, afectando especialmente a aquellas personas más asiduas a acudir a estos centros.
Aunque últimamente también se han puesto más de manifiesto si cabe los beneficios del ejercicio físico y, por ello, muchas personas han decidido apuntarse a uno de ellos por primera vez.
Al querer empezar en un gimnasio es importante tener en cuenta una serie de consideraciones:
1.- Elección del gimnasio
A la hora de darnos de alta en un centro de entrenamiento es necesario en primer lugar valorar algunos aspectos para decidir cuál es el que mejor se puede adaptar a nosotros y a nuestras circunstancias.
Asuntos como la situación, la calidad de las instalaciones y del equipamiento o la opción de contar con atención personalizada pueden ser claves e influir a corto y largo plazo, ayudando a establecer una rutina que sea fácil de seguir, especialmente en nuestros comienzos.
2.- Objetivos
Según la finalidad que tengamos, deberemos seguir una estrategia concreta. En este sentido, fijar objetivos como la pérdida de grasa, el aumento de la masa muscular o simplemente ponernos en forma, nos ayudará a permanecer motivados y nos llevará a entrenar de una manera u otra de forma coherente y permitiéndonos medir un progreso constante.
Para ello, debemos también ser realistas, comenzando con no más de dos o tres días a la semana para ir habituándonos a la rutina poco a poco. No tendrá sentido establecer planes que incluyan hasta seis o incluso siete días por semana, y menos aún si somos principiantes, ya que esto puede provocar cansancio excesivo, frustración o, en el peor de los casos, lesiones.
3.- Constancia y paciencia
Para no abandonar a las pocas semanas, hay que ser consciente desde el primer momento de que, sea cual sea el propósito que persigamos, el proceso para conseguirlo requerirá de mucho tiempo. El organismo se adapta de manera muy paulatina a los estímulos externos, por lo que se pueden tardar semanas o meses en comenzar a notar cambios significativos.
Será importante en este sentido adaptar el entrenamiento a la persona, haciendo una selección de las mejores rutinas y ejercicios, teniendo en cuenta las peculiaridades de cada individuo: sus gustos, limitaciones, objetivos, etc. Con esto, lo que se pretende es crear una adherencia que permita seguir con el plan establecido a largo plazo.
A fin de mantener una motivación alta, se pueden marcar una serie de pequeñas metas a corto plazo que nos permitan además ser conscientes de nuestras mejoras, así como tomarnos ciertas medidas corporales y fotografías para poder comparar los cambios de forma más objetiva según vayan transcurriendo las semanas.
4.- Sobrecarga progresiva, descanso y nutrición
La clave para ir evolucionando y progresando en el tiempo, sea cual sea nuestra meta, será establecer una programación individualizada y medible que permita ir mejorando en el tiempo de manera continua, lo que evitará que nos estanquemos. Cuando el cuerpo ha sido capaz de adaptarse a una actividad concreta, deberemos ir añadiendo mayor intensidad progresivamente.
Por otro lado, hay que ser conscientes de que tanto un suficiente descanso como una buena alimentación cobran la misma importancia que el propio entrenamiento. Si alguno de estos tres pilares falla, será muy difícil lograr dicho progreso.
Finalmente, es de destacar que si somos personas habituadas a acudir al gimnasio pero llevamos un tiempo más o menos prolongado sin poder entrenar al mismo nivel que veníamos realizando, deberemos retomar la actividad de manera lenta, segura y gradual para evitar problemas y lesiones hasta que logremos alcanzar el mismo punto en el que nos encontrábamos.